VENDO MI ALIENTO
(2025)
























Los globos inflados funcionan como metáfora de ese vacío convertido en mercancía. Ese gesto señala cómo la banalidad puede transformarse en producto y cómo la lógica del consumo llega a abarcar lo que no tiene peso ni materia. El resultado es una acumulación de objetos frágiles y desechables, que subrayan la paradoja de ofrecer algo vacío como si tuviera valor.